Thursday, November 12, 2009

Deportados: malos aquí, malos allá

En Comunión 632
Por Issac Miguel

Los deportados: malos aquí y malos allá

“Tener la conciencia limpia…es signo de mala memoria” (Paul Krugman. Premio Nóbel 2008).

En enero del 2008, un ciudadano colombiano fue arrestado por drogas en la ciudad de Nueva York. El hombre fue trasladado a una correccional en el estado de Pensilvania donde estuvo recluido durante varias semanas, antes de ser llevado al York County Correccional. Allí lo dejaron cerca de seis meses.
En el lugar, el natural de Colombia usó un uniforme naranja y convivió en la prisión con cerca de cien detenidos. Las personas que usaban este color en el uniforme de preso, estaban muy por debajo de los demás presidiarios.
En el York County Correctional, fue citado a la Corte, en la cual estuvo un fiscal, un traductor y el juez, quien le hizo varias preguntas. Allí tuvo la opción de apelar, como también de sustentar motivos por los cuales era necesario quedarse en los Estados Unidos. El juez le dio la opción de comprar un pasaje de regreso a Colombia para de esa manera no quedar con la connotación de "deportado". Sin embargo, el detenido declinó esa opción ya que en el momento no tenía suficiente dinero para comprar un tiket de avión.
Después de varias semanas fue llamado a la madrugada y llevado a la salida del centro de detención. Allí le entregaron sus pertenencias. En el momento de la salida le entregaron un documento que indicaba los artículos de la ley por los cuales fue expulsado de Estados Unidos. El documento también indicaba cuanto tiempo tenía que esperar para poder regresar a Estados Unidos.
Lo montaron en una Van hasta el aeropuerto para tomar el avión de regreso a su patria. Cuando llego a Colombia fue llevado a la oficina del DAS del aeropuerto, en donde le preguntaron el motivo de su deportación, registrándola en una ficha, mientras esperaban que llegara por fax el certificado de nacimiento del deportado, el cual habían solicitado minutos antes a uno de sus parientes. A partir de ahí, el hombre había sido fichado como delincuente.
Este caso le ha pasado a miles de ciudadanos de Latinoamérica que han venido a los Estados Unidos como exiliados económicos en busca de una mejor vida o “el sueño americano” como se le llama más sutilmente. El destino lo empuja a otros oficios fuera de la ley.
Recientemente un alto ministro de la República Dominicana dijo que ningún ciudadano dominicano que haya sido deportado de los Estados Unidos podría optar por participar como candidato en las elecciones congresuales y municipales que se celebrarán en ese país el próximo año. Sea que haya sido deportado por drogas, robo, abuso sexual, violencia…etc.
Esto quiere decir, que no hay segunda oportunidad para nadie que sea expulsado de este país. El Nuevo Testamento dice en uno de sus escritos que “hay que saber perdonar para ser perdonado.” O sea, que los hombres y mujeres que son repatriados necesitan que se le de otra oportunidad. Nadie sabe a ciencia cierta que motivos impulsaron a los que comenten actos fuera de la ley a cometerlos. Nadie. Ni que renaciera el hijo de David.
En nuestros gobiernos latinoamericanos, los pulcros, castos, pudorosos, intachables e incorruptibles, se han corrompidos en el lodo de la corrupción. Y sin embargo, ellos sí que pueden reelegirse y seguir engañando a los pueblos con un discurso vacío y deshonesto.
Por culpa de ellos, millones de exiliados económicos vienen a los Estados Unidos en busca de mejor vida. Dejan atrás estados deteriorados y descompuestos por una francachela de políticos putrefactos.
Entonces, si una persona ha sido deportada, ¿no tiene el derecho de reintegrarse a la vida? No. Es un delincuente.
¿Acaso engañar al pueblo y robarle sus dineros no es delinquir?
Si a eso se le llama otra cosa, retiro lo dicho.

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