Thursday, November 12, 2009

Nacer y criarse bajo la sombra

En Comunión
Por Issac Miguel

Nacer y criarse bajo la sombra

“Yo me quejaba porque no podía comprarme zapatos, hasta que conocí a un hombre que no tenía pies.” Proverbio árabe

No es difícil notar, que en las sombras que producen los árboles, las hierbas crecen tímidamente; o en muchos casos, no se desarrollan. Ello es debido a que las plantas necesitan del sol para poder crecer y desarrollarse como Dios manda. Las tecnologías de hoy en día ayudan a ciertas semillas de pasto poder crecer debajo de cualquier árbol por más copiosa que sea la sombra de éste.
Nuestros países de América Latina basan sus economías en lo que diga el Fondo Monetario Internacional. Hemos visto como países ricos como Argentina, Brasil, Venezuela, México, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Chile y otros con economías más pequeñas, en algún tiempo han tenido que cobijarse debajo del techo del FMI.
En la historia universal uno de los casos más llamativo en cuanto al tema, es la vida que llevó el Emperador romano Nerón, hijo de Julia Agripina y de Enobarbo. Las malas lenguas de la época decían que el verdadero papá de Nerón era su tío Calígula hermano de Agripina. El día del nacimiento del César, Enobarbo agarró una borrachera de madre. Se subió en una silla y gritó a todos los invitados a la fiesta: “De Agripina y de mí, lo único que puede salir es un monstruo”.
Las predicciones del supuesto padre de Nerón, tendrían en el futuro una verdad que cambiaría la historia universal. No podemos dejar de mencionar que “Enorbabito” había tenido una relación incestuosa con su hermana Lépida. Esto era condenable en Roma y no lo mandaron a tocarle la puerta a San Pedro porque el emperador Claudio le salvó la vida.
Nuestra protagonista, Agripina, desde el nacimiento de su vástago empezó a criarlo bajo su sombra. Cuando cumplió los 13 años, presionó a Claudio para que adoptara a Nerón, y de esta forma, si Claudio firmaba con los “carmelitas”, Nerón era nombrado emperador de Roma.
Agripina quien era una mujer que “volaba con los motores apagados” indujo a Locusta, una de las cocineras de Claudio a que pusiera setas envenenas en la comida del Emperador. Al mismo tiempo se encargó ella misma de sobornar a los pretorianos para que no hubiera titubeo a la hora de escoger al nuevo Emperador.
Nerón no estaba en eso. Su vida era cantar, escribir poema, la escultura, las artes, actuar y bailar. Si aceptaba el cargo de Emperador, no podía llevar la vida mundana a la que estaba acostumbrado y tendría problemas serios en sus relaciones con la liberta y meretriz muy popular en la ciudad, Actea, el amor de su vida.
Los planes de Agripina eran otros. Detestaba los amores de su hijo con una inferior y que viniera a interponerse en las relaciones de ella y su prole. Estas ideas de su mamá crearon una necesidad de venganza y rebeldía en quien iba a ser el nuevo Emperador y poco a poco fue creciendo en su cabeza la idea de deshacerse de su madre.
No fue trabajo fácil aplastar a Agripina. Le metieron unas planchas de plomo para que la aplastaran cuando estuviera durmiendo. Ella escapó con una herida leve y se refugió en una de sus villas. Este fracaso hizo que Nerón le tuviera más odio. El rencor por quien lo llevó nueve meses entre sus entrañas crecía. Trató de nuevo de matarla al hacer explotar un dispositivo que partió el barco en que su progenitora se dirigía a las fiestas de Minerva cerca de Nápoles.
Agripina, quien además de que “respiraba debajo del agua”, era excelente nadadora, pudo ganar la orilla del golfo de Bayas. Cuando el hijo emperador supo que su madre se había salvado, dio la orden de que mataran definitivamente aquella mujer que parecía reírse de él desde una aparente inmortalidad. Para eso escogió a su incondicional Aniceto y quien fue el que hundió su espada en el vientre de Agripina.
Cuando Nerón fue a visitar el cadáver desnudo de su madre, y según el historiador Suetonio, lo examinó y lo acarició por muchas horas para luego salir huyendo arrepentido de lo que había hecho.
Agripina fue víctima de su propia sombra. El viejo refrán lo dice: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”.

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